Let the music play...

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Nací en Iquitos, en una casa con techo de calaminas y gatos ladrones. Fui un muchacho tranquilo, a pesar de Alan García y el acné. Estudié Derecho para tener acceso a la biblioteca de mi universidad. El periodismo me descubrió oficios decentes en medios escritos. He participado como columnista, ensayista, narrador cronista y analista de diversas publicaciones (muchas más de lo que merezco y debería). He trabajado en todo lo que cayó para parar la olla: promotor cultural, coordinador de eventos, negro literario, conferencista, organizador de semanas turísticas, comentarista radial, jurado de concursos de belleza, editor de videoclips, libretista, asistente de cinematografía, representante de ventas, acompañante de RR.PP. Mi cuenta bancaria atraviesa la desnutrición absoluta. He publicado en coautoría “Libro de Estilo de Kanatari” (2004). Tengo mi espacio semanal en Pro & Contra, escribo notas sobre cine en un portal web y administro este blog. Acabo de publicar el libro de crónicas IQT (Remixes). Añoro la asepsia de los aeropuertos y el olor de los aviones. Siempre me estoy yendo, no sé por qué.

martes, 25 de noviembre de 2008

Los malos nunca mueren

Sábado, 6.40 a.m. Un refulgente verde cetrino se apodera de cualquier visión posible. Las maltrechas aceras - destruidas por la ineptitud oficial - denotan el trajín del nuevo día. Las casas empiezan a impregnarse de aromas: café, pescado, humarí y plátanos fritos. Huevo duro y vaso de plástico Basa con mazamorra dulce de arroz. Alguien pasa vendiendo papaya papaya, rica papaya. La FM se inunda de temblorosas vibraciones. El periodista radial más famoso grita a los cuatro vientos la corrupción de los dirigentes del sindicato del hospital regional, pero, además, invita a refrescarse con los ricos chupetes Shambo. No pocos adultos se han quedado pegados a sus sábanas, mirando su huerta, adormilados sobre poltronas y hamacas (estirando y flexionando las piernas), esperando el milagro laboral que el presidente de la república aún no es capaz de concretar. Los motocarristas repasan el lugar con su tubo de escape extraído. Vamos a una pausa comercial y, cuando regresemos, hablaremos con el presidente del Frente de Defensa del Usuario sobre la impotencia sexual en los conductores de transporte público.

A Piraña (27 años, novia conocida, motociclista amateur) la impotencia le importa un carajo. Su color favorito es el amarillo; su oficio, el de vendedor entusiasta de sánguches y – eventualmente – pizzas con mote. Escucha murmullos, voces que se alzan, gritos que provienen del primer piso de su hogar dulce hogar. En las quejas va reconociendo el tono ríspido de la voz de su padre, el sonido de licuadoras, sartenes y ollas, los susurros ahogados del pesar de su madre. Mira su televisor 29 pulgadas, su equipo de sonido última generación japonesa, su guardarropa repleto y la llave de su motocicleta Kawasaki 250cc sobre la mesa de velador, su póster de Uma Thurman imitando a Bruce Lee, traje de Kill Bill. Acomoda su almohada y pronto se vuelve a acostar, pensando que esta noche bailará desatado, sin que le importen las miradas reprobatorias, como si fuera el príncipe del Berimbau.

Jimmy Neutrón (28 años, onanista compulsivo, experto en sistemas informáticos),
hace tres horas despertó con una ansiedad intolerable. Su polo psicodélico/ peziduri está empapado de un sudor rancio, penetrante, desagradable. Durante todo este lapso ha contabilizado 329 ruidos diferentes: chibolos que lloran tomados de las manos de su vieja porque no quieren ir al jardín de la infancia, valsecitos del ayer que deberían estar bajo cinco metros de tierra, la bocina del camión de basura, sus hermanos abriendo y cerrando puertas, patitas de hormigas desplazándose en fila india por el borde de su cama, buscando migajas de pan con leche. Anoche se ha tomado cuatro joncas con sus patas en La Chabelita.
Juanacha, empleada-tutora-guardiana, ha salido a comprar la comida
de la semana. Un colectivo punkeke ha invitado a su banda El Flaco Zegarra
a tocar en el local del SUTEP un par de noches. Tal vez lleguen hoy los e-mail
de sus viejos, ilegales en España. Busca sus anteojos de lunas rajadas. Busca
su discman, se coloca los audífonos, selecciona la canción más bacán de los
grandes éxitos de Leuzemia y continúa envenenando su cerebro con un porro
de marimba.

Papirriqui se cepilla los dientes con diligencia. 28 años, administrador de empresas
de la UPC, karaokista por naturaleza. Toma una ducha tibia y asea su cuerpo
con verdadera devoción. Ha bajado en su Hi5 todas las fotos de 2night, Vive y
las columnas sociales donde lo han retratado el pasado weekend. Seca cuidadosamente
cada extremidad, cada espacio de su anatomía, corta sus uñas, se
coloca un boxer Calvin Klein, zapatitos Bass, jean Guess, polo Gap. El espejo es
mudo testigo de las innumerables muecas y disfuerzos que realiza graciosamente,
ante el aburrido bostezo de Fido, pastor alemán de ojo tuerto que sobrevivió
al ataque de un lagarto negro y un par de emboscadas mafiosas. Le encanta Luís
Miguel, tú, la misma de ayer, la incondicional, la que no espera nadaaaaa...Sus
padres han tenido la delicadeza de dejarle las llaves del Batimóvil junto a una
suculenta propina, cortesía del negocio que ahora maneja con guantes blandos
y experiencia en camino. Eres único, hace parches para que las bebecitas que
conoció ayer se aparezcan y cedan ante el anuncio de una buena faena. El Noa
le entrega su carné de socio Premium, hay ron 2x1 y anoche se hizo una sesión
extra fuerte de máquinas en el gym.

El Sapo, a sus 29 años, despierta sobresaltado. Tuvo un extraño sueño en el que
caía directamente hacia un pozo lleno de jergones, shushupes y mantonas y las
degollaba en varios pasos de animación oriental, con un verduguillo. Suena atronadoramente
la puerta de su precaria casita de material noble a medio terminar,
de la alegre y aún no asfaltada última etapa de Prolongación Trujillo. Su madre
llama insistentemente, esperando le rinda cuentas. Manejar una bodega no es
juego. Reacciona, ya no eres una criatura. Siente que le retumban sus oídos.
Un grupo de borrachos amanecidos reclaman más cerveza. Quisiera tener un
pasaporte y poder viajar a Miami, no volver más. Pero debe salir a encontrarse
con la manchita y su mochila de alumno de Forestales UNAP, con crédito en el
comedor. Se yergue de la tarima/colchón de paja dura; no dice nada. Mira con
ojos penetrantes. Podría ser el rey de las víboras. Sale del cuarto a cambiarse
de ropa, tratar de conseguir algo de aire no viciado y fumarse unos Caribe. En
su billetera yace escondida una foto B/N de su padre, a quien nunca conoció,
aguardando que lo acompañe algún salvador billetito. El ómnibus Etuisa que
hará la ruta más rápida a cualquier lugar se aproxima lenta, cadenciosamente
por la avenida Freyre.

El teléfono celular suena inmediatamente. Es la alarma de mensaje nuevo.

Promoción: Nos vemos x la noche. Fuera hembritas, pero lleva a tu ñaña. P.

Nos encontraremos en el sitio de siempre.

Tú mandas, choche; el carro es tuyo.

*****

11.30 p.m. Jimmy Neutrón me da la bienvenida a la enésima (“esta vez definitiva”)
versión 2.0 de la página web/promoción 1993 del San Agustín, mientras
más amas, más alto subes. Una lluvia torrencial que se prolongó más de lo
debido acaba de cesar. El aire es levemente frío en La Marina; el viento golpea
suavemente la hojalata del Batimóvil. A esta hora ya no doblan las campanas
de la Iglesia Matriz.

Las calles han vuelto a ser una fiesta: muchedumbre agazapada sobre lomos
de 125cc - dos ruedas - masacrando las calles con su trayecto; vampiros ávidos
de sangre y marquesinas cuando el sol se oculta en el horizonte; chicos y chicas
chéveres (con sus respectivos papitos y mamitas); polos cuello piqué, calzoncitos
de encaje, zapatitos de cuero imitación, gárgaras con Listerine, lociones
astringentes, cremas humectantes, colonias after shave, perfumes franceses (de contrabando), afeitadoras Black & Decker, relojes de cuarzo, cadenitas, chaquiras,
pulseritas, joyitas, celulares prepago. Alguien pasa cargando una caja
de cervezas vacías. Otro pasa paleteando a su costilla con la mirada fija en la
galladita. Todos hablan del nuevo video porno casero de una conocida locutora
de televisión, comprimido en formato MPEG, especial para teléfonos móviles. La
gata tiene un pichazo de la concha su madre, cho’.

Hemos huido despavoridos de la recepción de una nueva marca autorizada para
seguir extrayendo, con total impunidad, cantidades industriales de petróleo de
nuestra selva. Full glamour, los mejores trajes y las más relucientes sonrisas, los
asistentes sonriéndote con su blanqueado dental de segunda, diciéndote palabras
soeces políticamente correctas, sirviéndote whisky on the rocks, mientras destruyen
reputaciones ajenas con arrobadora tranquilidad. El buffet regional se ha
acabado. El Dorado Plaza Hotel se me antoja gótico, inmenso, inalcanzable.

¿Quieres saber lo que es estar muerto?

La colección musical del auto es atroz: Arena Hash, Jerry Rivera, Gianmarco,
Flans e Ilegales. Busco algo en la radio. Setenta k-p-h. Un Pikachú - con malaria
– cuelga con su candidez de hule frente a nuestra línea de mira. Una cajetilla
de Marlboro rojo y un encendedor descartable de sol cincuenta sobre el soporte
de la guantera. Prendo un cigarrillo. Me atraganto con la primera pitada, me
arrepiento. No es marihuana, pero yo aún no he aprendido a fumar.

El Batimóvil, Toyota Corolla azul marino cuatro puertas, de aquellos tiempos
nunca idos, se desliza como sedita sobre las calles bombardeadas de Punchana.
El grupo le tiene un camote bárbaro desde aquél Último Año del Resto de Nuestras
Vidas que se convirtió en vehículo oficial asentado en las orillas de la Plaza
de Armas, tomando las cosas con calma. Conducido por el Papirriqui, con más
de diez años a cuestas, su porte y amarras han tomado el consistente aspecto
que brinda la madurez. Hablamos sobre los programas del Club de Xuxa que se
levantaron en Youtube.

-¿Has mirado esas minis? Puta, qué loco, toda changona, se le notaba toda
la raquel, qué rica era.
-Yo me pajeaba cada vez que la veía bailando ilari ilari é, zoc zoc zoc…
-Tramposa, mamona, cómo le haría pelar su ojo al negro Pelé.

(¿Qué será de la vida de Xuxa Meneghel? ¿De sus Paquitas? ¿De su platillo
volador de utilería?)

(Quisiera saber si ella – también- está muerta.)

Sintonizo el disco compacto insertado en el equipo, única contribución decente
del Papirriqui en medio de su apestosa cultura melómana. Suena Eurytmics, en
la voz de Annie Lennox…sweet dreams are made of this. Tarareo con afán decadente
la estrofa que desata el caos…everybody is looking for something…

Jimmy Neutrón, Piraña y el Sapo hacen muecas desesperadas, piden un poco
de piedad. Quieren enfriar la garganta. Atravesamos El Refugio, paraíso de los
infieles. Es un gran lugar para la trampería, el deporte nacional del calentado.

Pero la sola idea de embadurnarme entre espejos con escarcha, decoración de
barcito putón, maduritos llenos de ganas, pelopintados con rollos que se le cuelgan
del abdomen, ilustraciones que te pegan en los ojos con su color, llegar por
una puerta – la principal - y escapar por la otra en caso de amenaza de descubrimiento(conducto que te lleva hacia una puertecilla próxima al lago Moronacocha),al menos por hoy, no me jala a la alcahuetería.

Repasemos el nuevo mundo.

Kaliente, el patrimonio musical de Loreto, toca en el Agrico el anticipo de su
enésimo viaje por el oriente medio (ergo: Tarapoto, Pucallpa, Tingo María). El
Batimóvil hace chirriar sus llantas sobre el estacionamiento improvisado en azul
pastel. El pueblo organizado es por primera vez, colectivo, sincronizado, generoso
y solidario. En medio de todo, pienso que la vida podría ser feliz con tan solo
agachar un poquito la mirada y darse totalmente al sudor-huangana que te abre
de brazos con El Embrujo.

Pero los malos existen.

De pronto, se sienten pasos en la acera de enfrente. Un agudo claxon, una sirena,
el sonido de la invasión de los usurpadores de cuerpos. Todo sucede en cámara
lenta. La imagen de cinco tipitos, pelo al rape, bracitos Popeye, cejas arqueadas
y alma de equipo visitante, nos refrena. Son hijitos de papá, vástagos de
alta alcurnia milica, cachorros de todos los almirantes y generalotes panzones.Pasan por nuestro lado, casi basureándonos, sintiéndose dueños de la pelota,
apestando a colonia Brut y Old Spice. Papirriqui los mira con fuerza y rabia. El
líder enemigo, Cara de Pato, no le baja los ojos. Las visiones son fijas, calientes, demasiado agraviantes como para obviarlas. Por breves instantes, el mundo solo
existe en este diámetro. Jimmy Neutrón se coloca de costado, con los puños
cerrados. Piraña frota sus brazos. El Sapo mete sus manos en los bolsillos
de su pantalón, buscando la chaira. Yo me siento perdido en la línea de fuego.

Cara de Pato croa por un segundo y sigue su camino, al lado de sus esteroídicos
secuaces. Pasan hacia una camioneta 4x4 verde olivo. Papirriqui se coloca en
posición de descanso. Esos conchasumadres, replica el coro polifónico. Hay que
sacarles la mierda. Aceleran con fuerza, con alta velocidad dejan el lugar. El
desafío está planteado.

Hoy iba a ser noche de entierro.


12.45 a.m. Minis apretaditas van y vienen a través de todas las mesas donde se
conversa con carcajadas, repartiendo invitaciones, pases dobles para el Bananas,
el Rica Fa, la Gata Salvaje, clubes putísticos de primera generación. El Arandú,
adornado con murales y cuadros de la época del new wave, vomita a los cuatro
vientos Beautiful Day, de U2, remeciendo mis tímpanos, confundidos ya con la
tonadita cumbiambera que se celebra en un barcito adyacente. Contemplo el río
Amazonas, callado, aburrido, poca cosa, nada-que-nada con aquellas postales
turísticas que nos enseñaban orgullosamente en el colegio. A lo lejos, se prenden
y apagan haces de luz que provienen de la isla de enfrente.

Una niña de piel canela y mirada firme permanece erguida entre las barandillas,
despertando el fuego tropical que –dicen- todos los nacidos bajo esta constelación
llevamos dentro. En medio de una sábana de mosquitos adictos a los faroles
estilo FONCODES que pueblan el lugar, el Boulevard se empieza a vaciar lentamente.

Me quedo contemplando a esta pequeña, casi frágil, de gráciles caderas;
esta niña-mujer bajita, potoncita, de labios carnosos y besables. Me llamo Selva
y este año postulo a Administración en la UNAP, recuerdo que me ha dicho,
erizándome con su vocecita. Yo le ceo, estoy dispuesto a creerle todo con tal que
me mire de ese modo. No me ha dicho que trabaja atendiendo clientes en el Alfil
Mañoso y que su tarifa es exorbitante, pero tampoco me importa. Todo lo que
necesitamos es amor (y un poco de paciencia para acostumbrarse.)

Los payasos realizan sus más divertidas piruetas y sus más obscenos chistes,
mientras el dueño del sencillo - distinguido público presente - se desternilla de
risa, caballero y caballera. Un grupo de viejos verdes, querida incluida, dan vueltas
emulando a Travolta (no al de Saturday night fever sino al de Look who’s
talking), buscando carne tiernita para la faena. Más allá, los chicos berracosos y mashacurenses (pantalones holgados, tabas Walon o Súper Reno, polos del
Lakers, del Alianza, del CE Maynas, mirada que quiere ser mala pero solo
es fintera) buscan hacerse de un lugar justo en la esquina, donde ahuyentarán
a los pavazos y afanarán a las hembritas, sí cuñau, y al que no le guste,
golpe nomás. Alguien pasa caleta un paquete de merca y el Serenazgo se
hace, sin mucho aspaviento, de impecable vista gorda. Los maromeros, hippies,
bricheros y maperos, amazon boys de toda laya, expertos en el arte de cazar
gringas y gorditos disforzados se encaraman bajo un enorme cuadrado, que
busca ubicar las dimensiones en las cuales los extranjeros tengan un retrato
perfecto del imaginario local. Saltan bolas de fuego, se menean cuchillos
afilados, desafían la gravedad los palitroques que se esconden debajo de las
faldas de las gitanas que no usan calzón. En un área especial, digamos VIP, los
pecho/surfer, pituquitos del SA y el Col FAP se alucinan de última, andan en
mancha, conversando con las chicas más nice (Fátima para arriba), haciendo
hora para terminar en la UPI o algo de ese level. No podían faltar, como una
visión psicodélica y artificial difícil de no percibir, los chivitos que hacen hora,
ay no, juegan entre ellos, destacan por sus grititos y risitas ahogadas, amigo,
qué guapo eres. Los niños abandonados, las madres gestantes, los pirañitas,
las mujeres con síndrome de Down, los aquejados por la hemiplejia, los que a
duras penas se mueven con muletas, todos ellos, sin el menor rubor, procuran
conquistar nuestros corazones solidarios y tercermundistas. El Cortadito, un
tipo como de treinta años, sin brazos ni piernas, hace piruetas en una esquina
del Boulevard. Sus pasos de break dance son seguidos alegremente al son de
una tonadita tocada por un chibolo pifanero, su lazarillo. Yo tengo un novio, yo
tengo un novio que me lleva a la bahía, que me dice vida mía, que me dice qué
calor, larí, larí, lará.

De pronto, un grupo de mujeres impresionantes, ceñidas sobre llamativos vestidos,
empapadas de rouge, Must de Cartier y malicia generan el giro total de
miradas hacia sus fastos. Las malas lenguas dicen que son de la vida fácil, dicen
que trabajan en conocidos night club, dicen que no hay hombre que se les resista,
dicen que son de Colombia y del Brasil, dicen que han trabajado en la novela
Latin Lover (producida por la Playboy INC.), dicen que sus tarifas son inalcanzables
para pobres gentes de diario. Beatriz me aconseja una larga travesía.

Pero Beatriz es hincha del rouge, diosa de piel canela, de largas piernas, de ojos
como la miel más intensa, que te seduce por 120 dólares en la jaula de castigos
del Alfil Mañoso. Mientras ellas coquetean con un moreno que les habla con
contagiante portuñol, yo recibo de una patita de cola de caballo y cadenaza de
oro 24 kilates (acompañante-manager-caficho) una tarjeta con número celular
e i-meil sugerente: rakita@hotmail.com.


-El Adonis ya ha abierto – Jimmy Neutrón al habla, con cara de pendejo.
-Va a ser muy de ambiente gay, bien mujeres como tú van a ir- Piraña
contesta, con cara de sueño.

Nos han llenado de jarras de cerveza en el Berimbau, discoteca straight de
espíritu merenguero. En La Parranda (objeto de culto más importante de la música
local) Tran-C ha saludado atentamente a toda la manchita. Marko Heysen,
maldito-apretadito-ceñido-estrellita-constante-del-folclore-local (buenos años
vividos, pancita chelera y onda de galán de barrio), sazonadazo con su whisky,
entona una canción de Maná al mismo estilo de Sting. Las mujeres de treinta
para arriba, repletas de maquillaje y un tipo frío/aburrido (un tonto que es un
reprimido), suspiran por un buen polvo estelar.

En nuestro camino, nos tomamos unos tragos saca-roncha en el Musmuqui (no
mezclar caipirinha con algarrobina, sano consejo para el sistema digestivo),
hemos caído dentro del glamour intelectual en forma de tambo del Nikoro, nos
hemos sumergido en la decadencia amorosa de La Gota Fría (homenaje en vida
- y madera - a Carlos Vives y las parejas que hacen de las suyas en el puente que
conecta las plazas Castilla y Clavero). El olor a creolina predomina en el Arde
Papi, el Copacabana, el Anubis. El Ritmo de la Noche se cierra y abre como por
encanto de magia. El Antrito nos ha recibido con un decorado de lujo y mal gusto,
más su discoteca oficial, Virus. La señal de alerta se enciende. La 4x4 verde
olivo atraviesa raudamente, tocando la bocina estruendosamente, zigzagueando
nuestro destino, desconcentrando al Papirriqui, buscando minarlo psicológicamente.
Antes de que nos demos cuenta, el enemigo ya se ha perdido en medio de
la amplia maraña de la avenida 28 de Julio. Cara de Pato vuelve el cuerpo hacia
el Batimóvil. Persigámoslos.

No hay prisa, chochera, legal, suave camay.

El Batimóvil acelera con sazón tropical.


3.14 a.m. Fast forward.

El barman sirve una ronda adicional de tragos. Bebo cerveza. Lo hago sin prisa,
con seguridad y decisión. Un grupo de socialites de medio pelo que salen en la
edición de Conexión Farándula miran sorprendidos mi aspecto de chibolo en
plan de fuga. Probablemente hablan mal de mí. Rajan. Se creen demasiado ricos
y bonitos como para demostrar que les importe que mis amigos y yo estemos
haciendo la coreografía dentro de ese foco infeccioso de chismografía barata.

La plataforma desde la cual los DJ lanzan la música empieza a subir y bajar
(mismo platillo volador del Club de Xuxa ¿manyas?). La pista de baile oscila
entre el rojo pasión y el lila atenuado. A lo lejos, la pantalla gigante circular
pasa un video yala de Bosé con la Torroja en mute. Suena por los parlantes una
canción de Olga Tañón.

El Noa ha sido y es el punto de encuentro del stablishment. Y era - alguna vez,
tiempo pasado - un gran lugar para vivir. Ahora se encuentra repleto. A pesar de
no ser un local que llamaríamos popular, hace que uno siempre quiera estar aquí.
Es el look, dicen unos. Es la gente, dicen otros. Los patas se mueven sin brújula,
las chicas tratan de parecer matadoras, todos buscan colocarse en medio de la
pista de baile y brillar por una noche, más que la esfera giratoria que da vueltas
sobre nuestras cabezas. Papirriqui se encuentra bailando con una chibola de
hartas ganas por atinar. Piraña habla con un grupo de tíos medio viejones, tres
promociones antes que nosotros. El Sapo y Jimmy Neutrón miran a la pista de
baile con cara de me-llega-al-pincho-todo. Subo al segundo piso. Encuentro en
una mesa a mis amigos Ítalo, Carlo, Paola, Mariela, el bueno de Giovanni y su
amiga, una brasileña que lleva aretes de plata quemada que le cuelgan hasta los
hombros y un escote muy pronunciado. Carlo le agarra las tetas de cuando en
cuando. Ella no dice nada, solo bebe del pico de su botella.

Minutos después, en una sesión electrónica con Safri Dúo, Giovanni nos llama
para ir un rato a los baños. Caleta nomás, sin mucho aspaviento, que no se den
cuenta las chibolas. Carlo, Ítalo, el Piraña, yo. Giovanni se percata de que no
haya nadie más, cierra la puerta y nos mira con sonrisa cachacienta. ¿Polvo o
Viaje? Inmediatamente saca la merca. Carlo pregunta si se la dio Kikibá; estás
chocando conmigo, gordo, el huevón solo consigue de la buena, recién decomisadita
de un laboratorio que descubrió la DEA por aquí nomás, no sé dónde, pero
así me dijo el Negro. Si es de Kikibá, hay garantía, cho’. Esto no se ve todos los
días, de primera, recién salidito de la plancha, calidad, ¿ves, gordito? de primera
¿qué dicen? baratieri nomás, solo porque son ustedes.

Veinticinco lucas el paco. Eso marca en los más altos círculos, toditos los empresarios y algunos patas conociditos del medio consumen de ésta. Pureza, bróder.
Papelitos se tranzan de mano en mano. Denme 100 lucas y les doy cinco, así son
los patas. ¿Seis? Puta, no te pases, mejor dime que les regale. Ya. No jodan, denme
80 y les doy todo. Después me van a tener que invitar una ronda de tequilas.
Tocan la puerta con fuerza. Giovanni seca el soporte del lavatorio con su camisa, prepara rápidamente tres líneas blancas pequeñas. Saca de su billetera un papel,
prepara un canuto fugaz. Pum. Directamente a las fosas nasales. Luego de
él, Carlo, Piraña, Ítalo. Giovanni estampa su cara junto a la mía, blandiendo el
polvo sobre mis ojos, buscando convencerme, enjoy the party, baby. Observo su
cara sonriente. No/Paso, digo, desentonando casi de inmediato. No seas huevón,
pues, o me vas a decir que nunca has cuchareado, puta, si aquí todos lo hacen,
este es el templo de la Blanquita. Carlo y el Piraña se cagan de risa. Me miro en
el espejo y salgo. Ítalo parece no escuchar nada. La luz es demasiado fúnebre en
esta parte del planeta.

Entre trago y baile (he consumido tres piezas de dance, una de vallenato, una
larga de quince minutos de puro rock de los ochenta y hasta una lenteja de los
Hombres G) llegamos a las cuatro. De un momento a otro, escucho gritos, ruidos
de gente, muchedumbre que se agolpa en el segundo piso.

Es el Papirriqui, me dice Jimmy Neutrón.

Las chiquillas gritan, los gorilas de seguridad corren a su encuentro. La imagen
es distorsionada: Papirriqui agarrando del cuello al Cara de Pato, metiéndole
un tabazo en todo su abdomen, esquivando un par de botellas que le envían los
Popeyes, conectando un puño de acero sobre dos. El escándalo es mayúsculo. Ya
el Sapo se ha colocado en medio de ellos y reparte combo. Piraña ensaya unas
patadas de tae kwon do. Los Popeyes han sido neutralizados. Le gente forma una
barrera de contención. Los 911 maniatan a Cara de Pato. Papirriqui solo sonríe,
cachaciento. Grita nuevamente y se abalanza sobre el enemigo, que se pone en
guardia. Jimmy Neutrón y yo lo sujetamos. La gente empieza a gritar de todo:
lárguense hijos de puta, váyanse a abusar de su madre, cabrones, marineritos
maricones, fuera, fuera, mierdas que se creen porque tienen armas pueden hacer
lo que les da la gana. El Noa se ha convertido en escenario de protesta contra
los institutos castrenses. Cara de Pato, magullado y con las mejillas ardidas, mira
con odio a Papirriqui. Ya te cagaste, concha tu madre. Papirriqui le manda un
besito volado. Los Popeyes tienen que salir derrotados, hechos papilla. Toman su
4x4, amenazando a la disco y a todos los que se cruzan. La gente aplaude, abrazan
al Papirriqui, le dan abracitos, le hacen ojitos. Una botella de whisky corre
por cortesía de la casa. Vuelve a sonar la música, Shakira, Shakira.


5.40 a.m. Hallamos la puerta de la calle. Papirriqui sale con la botella de whisky
en una mano y un vaso a medio llenar en la otra. Los patas de la puerta lo
saludan y recomiendan un buen telo. Él menea la cabeza, se abraza con todo el
mundo y les da besitos a todas las chicas que quieran un momento con el héroe
del día. Entramos al Batimóvil. Hay un grupo de carros, algunas motos, varios
motocarros estacionados. También hay chibolos que venden chicles, cigarrillos,
caramelos, jebe, chochera. Papirriqui le da algo de dinero al cuidador, un flaco
con cara de fumón bravo y le invita un sorbo de whisky. Buena, Papirriqui. Yo
cierro mi ventana. Jimmy Neutrón y Piraña hablan por los codos. Enciende el
carro, la radio conduce hasta Rod Stewart; young hurts be free tonight/ time is
on your side.

Vamos por la Plaza de Armas. El Ari’s ya cerró. Terminamos en Alfonso Ugarte,
tomando caldo de gallina regional. Está clareando; más tarde toca Explosión
en el Complejo. ¿Ahí estaremos? pregunta, dubitativo y borracho, El Sapo. ¡Ahí
estaremos! respondo, decidido. De un ómnibus Etuisa se escucha la Hora Inca
Kola, cu-cu, cu-cu.

Seguimos por la Avenida Quiñones. El día es espléndido, soleado. Las calles
duermen. Pero la visión del momento es aún más espléndida. A trescientos metros,
en bajada, la 4x4 verde olivo se encuentra en medio de la pista, esperando
en automático. Silencio. Nos acercamos; 250, 200 metros de distancia. Sí, son
ellos, los Popeyes, listos para cobrarse la revancha; esperando el momento ideal
para chancarnos con su maquina aceitada y nipilita. Al final de la calle, un viaje
de terror, un maldito infierno que seguro iría a despertar a las buenas gentes que
aún duermen plácidamente. Más silencio.

-Puta madre, que cagadas son estos huevones ¿Por qué no se mueren de
una vez? – rompe el momento Jimmy Neutrón.

En ese momento entendimos todo. Teníamos la santa ira adherida a los huesos.

Nos habíamos metido dentro de un torbellino que nunca iba a detenerse. Pero
era justo seguir. No había tiempo de pensar en la eternidad del camino; solo iniciar
la cruzada, dejar la senda marcada y demostrar que no pueden venirnos con
vainas. La casa se respeta, conchasumadres. Seguimos. 150, 125, 100 metros.
Cara de Pato adelante, esperando con iris dilatadas, palos, alguna que otra arma
blanca, ojalá que no algún chimpún, estos maricones son así de traicioneros. Los
Popeyes en estado de alerta máxima. Nadie más en el escenario. Drama.

-¿Le damos, choches?
-Dale, Papirriqui, huón’, dale nomás…

La botella de whisky no se iba a mover de su espacio. Papirriqui aceleró totalmente,
con nuestros gritos guerreros, de locos del volante y defensores de la integridad
territorial a todo pulmón. Los malos nunca mueren, pero tampoco iban
a triunfar. Con el vaso aún en su mano, impecablemente, Papirriquí se acercó
al límite del instante. 75, 50, 25 metros. Casi pudimos ver la cara de terror de
Cara de Pato. Pum. Limpio. El capó del majestuoso Batimóvil había embestido
con precisión y perfección sobre el lomo verde olivo del 4x4. El choque fue seco,
rápido, contundente. El decibelímetro marcó 120.

Muy pronto se iban a escuchar más sonidos, puertas que se abrían y cerraban,
los Popeyes maldiciendo por doquier, sonidos, ambulancias y nuestras risas más
estruendosas desperdigándose a 100 k-p-h a través del espléndido paisaje matutino
de la carretera hacia Nauta.

martes, 6 de mayo de 2008

EL BAILE INTERMINABLE

Una historia completa de IQT (Remixes), sobre las noches calenturientas de cumbia en el nuevo Iquitos.

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11.37 p.m. Una enorme banderola fosforescente, colgada entre postes de luz que resguardan - cual guardia pretoriana - la entrada, es la antesala perfecta tras la cual se guarecen motocarristas con su sticker del Che adherido al guardafangos, borrachos de todas las edades, vendedores de comida/cigarrillos/licor. Un anuncio da la bienvenida a la más grande presentación de la temporada, fina cortesía de Pilsen Callao, la campeona de la calidad.

Ingreso, acompañado de mi mancha agustiniana. Las primeras imágenes son heavy: paredes rayadas hasta el paroxismo, portones de metal recargados con colores y texturas indescriptibles, una sensación gomosa, viscosa y resbaladiza en los pisos que no sueles descifrar en la penumbrosa complicidad, el campo abierto de tierra que hace las veces de precario estacionamiento. En medio de todo, una estructura de cemento con cuatro vigas maestras (un hangar) sirve de guarida. Hace bastante calor. Los techos retumban. A mi costado, una enorme fila humana se prepara para pasar por caja y adquirir – a módicos cinco nuevos soles – su dosis semanal de acceso al exceso. Jovencitos corren rumbo al centro nuclear de la fiesta, esperando conseguir el lugar ideal para atinar con lo bueno, lo malo y lo rico de este pampón. Letras naranja-amarillo-verde chillan el santo-seña: Explosión en el Complejo del CNI, tocando El negro Zarcillo y El viejo del sombrerón a través de sus poderosos y ensordecedores parlantes de 50 mil watts de energía sonora (Cualquiera puede quedarse sordo sin darse cuenta, con una mirada extasiada de placer).

Flashback. Dicen que en estos fastos de citaracuy, chimaichi, pandillada y changanacuy, antes que caminar, cada mujer nacida con su pasaporte amazónico estampado en el rostro lo primero que aprende es a bailar. El innato sentido de la cadencia se hereda y transmite de generación en generación. Aquel regalo de los dioses implica, además, un afinado sentido de la orientación y el más grande orgullo de saber que en cualquier fiesta o reunión, en cualquier lugar del mundo, ella tendrá un lugar destacado entre las de destacada actuación (sino, que lo digan cientos de gringos casamenteros que descubrieron las dotes musicales de nuestras señoritas a través de un programita de exportación llamado Videomatchmakers).

Gracias a esa devoción por olvidar las penas y bailar, en las últimas tres décadas se ha parido a Los Zheros, Los Silvers, Pax, Crash, Laser, Fuego, Euforia, Xendra, Sacúmer, D’ Mamey, Kaliente y tantos otros grupos de grata – aunque fugaz – recordación, dignos representantes de un género que ha tenido hijos predilectos de la prehistoria como Orlando Cetraro, Julio “Chispa” Elgegren, Eliseo Reátegui, “Chocho” Alván. ¿El estilo? Siempre bailable, pachanguero y cumbiambero, de la estirpe de Juaneco y su combo y Los Mirlos, que supieron desatar la alegría del respetable con composiciones propias o en aquello que el músico local ha sido siempre diestro: el cover y la movida, de raíces colombianas y sobre todo brasileñas (recuerden a Anita Kholer y Ruth Karina popularizando a finales de los noventa la tecnocumbia, que no era otra cosa que la adaptación de éxitos de grupos brasileños de toada).

Uno nunca podía estar seguro si la calidad de dichas agrupaciones se centraba en sus innegables dotes sonoras o quizás solo pertenecía al subjetivo apego de la moda. Ante la duda sobre la capacidad de definición, estaba el pueblo en muchedumbre cantando y danzando improvisadamente. De ahí adquirieron categoría oficial los bailódromos, palacios del sabor y la cumbia psicodélica, donde emergió el imperio de la música sin aristocracias.

Cada época ha tenido su bailódromo predilecto. Por ejemplo, para todos aquellos que alguna vez usamos desafiantemente camisas a cuadros de franela, jeans de costura rotosa y zapatillas Converse All Star recontra pezuñentas; que escuchábamos Nirvana en walkman negros aunque, por algún inevitable designio del subdesarrollo, calzamos en eso que los racistas del barrio –nunca faltan- llaman desafiantemente clase, es imposible desligar la juerga de una mole de concreto que nos recuerda suavemente al mascachicle, carachamiento y tahuampero Agricobank. Quien diga que no conoce el Agrico y se denomine a sí mismo con total desvergüenza “charapa”, es bambeadito. Hay que dudar de él, declararle la guerra soterradamente.

Ubicado al final de la calle Condamine, era imprescindible señuelo que todo tour turístico debía incluir en su periplo. Por aquel canchón han pasado, sin distinción, todos los personajes que he conocido en mi vida de estudiante (aunque sea de puro sapos); en este gran corazón de bordes ribeteados se divirtieron de todos los modos posibles importantes prohombres y delincuentes, desde la época del gavilán pollero hasta aquella en que Tony Rosado y Kaliente (objeto de culto en el Internet) hacían de las suyas. No sé por qué razón específica, el Agrico fue durante muchos años la primera y más efectiva escuela bilingüe de la ciudad. Los foráneos que conozco (quienes no podían pronunciar una sola palabra en castellano) y se han dado una vuelta por sus turgencias, al final del bailongo nos impresionaban con una perfecta pronunciación de términos tan caros a nuestro anecdotario regional como “chela”, “pucho”, “pichi” “huambra” y, claro está, “cache” (con lenguaje de manos incluido).

Sin embargo, todo tiene su final, nada dura para siempre. Un día, los regentes de un local que se perdía en la bruma nocturna del decrépito José Pardo, disponible para entrenamientos del glorioso club de fútbol y para partidos de tercera división, tuvieron la espectacular decisión de garantizar exclusividad a Explosión cuando el Agrico, en una incompresible y mortal movida económica, tuvo a mal que éstos compartiesen cartel con el grupo Kaliente (imposible, como juntar a Montescos y Capuletos a tomar el té luego de una disputa por tierras). Aquella dirigencia ahora anda mirándote de arriba abajo, con la barriga llena y el corazón muy contento. El Complejo del CNI se entregó a los ídolos del “orgullo amazónico”, mientras el Agricobank inició su lenta pero inexorable extinción.



1.23 a.m. A estas alturas del naciente domingo, el Complejo alberga a bichos y bichitas raras, adolescentes de pantalones holgados, niñitas con jeans y topcitos súper ceñidos, tíos mañosones con trampitas que parecen dar buen caldo, amiguitas que trabajan de empleadas del hogar de día y solo quieren divertirse de noche, gente que baja del Noa o del Adonis, parejas que hacen hora antes de entroncarse en algún matadero de Punchana, chicos UNAP y chicos mashacuris, gentita Rosa de América y gentita Roshaca; llegados a pie, en micro, motocarro, moto o autos último modelo. Seis mil mortales que pueblan las instalaciones de esta minita de oro que ahora los va a poner a gozar (¡pum, laralaralá, pum!)

En esta enorme extensión de terreno - que mis amigos del Comité Cívico “Todos Contra el Ruido” señalan como uno de los focos de contaminación sonora más procaces de la ciudad - se enciende el verdadero espíritu regional. Evidentemente, es un mérito haber transformado el muladar antiguamente dominado por la maleza y el olor a pichanguita en turbo-local preparado para competir y desbancar cualquier atisbo de competencia.

Habría que recomendar a Joselito, a las Aguas y demás líquidos bellos, así como a esas atrevidas agrupaciones norteñas que se alucinan las superestrellas del ambiente chicha, que paren su coche y se dediquen a otra cosa cuando escuchen a Explosión tocando, en el anticipo de esta noche mágica y sensual, un megamix de cumbias estilo La joyita; "esa joya tan preciosa, qué será..."

Explosión puede preciarse de ser, actualmente, el símbolo de consenso que aglutina a los loretanos, los de dentro y los desperdigados alrededor del mundo, con club de fans, incluido un foro de discusión en msngroups (en la que se da rienda suelta a los mensajes de admiración, incluso a la unión amorosa entre miembros). Una leyenda urbana cuenta que no hay nacido en estas tierras que - esté donde esté - deje de tener en su hogar un disco con la música del grupo. Han sido hasta el momento los únicos capaces de generar lealtades superlativas, así como convocar a través de su mismo swing a rivales y enemigos encarnizados.

Fundada en enero de 1998, es obra de la mente alocada y emprendedora de Raúl Flores Chávez, su propietario y gerente (manager, prefiere llamarlo él).

Antes de la celebridad, Flores era accionista de Euforia, hasta que se dio cuenta que las cosas no podían seguir con ese ritmo tan lerdo. Así, se jubiló de una empresa petrolera y el dinero de su liquidación –nada despreciable- lo invirtió en comprar aparatos y conseguir el material humano para conformar la empresa más rentable del medio. Desde entonces, digamos que en los negocios no le ha ido nada mal. Ha sido culpable de que varios grupos de la misma especie quiebren, debido a su voraz talento para las buenas y malas artes del bussiness.

Hay algo evidente: Flores siempre quiere ser el muñeco de la torta. No puede permitirse actitudes segundonas. Mientras bebe con su allegados whisky on the rocks, se le regalan - con lacito y cajita decorada - niñas y mujeres que buscan su plata y sus conexiones. Claro, él sabe lo que hace; por ello es admirado, envidiado y secretamente detestado por un considerable número de ciudadanos. Pero se hace el desentendido, el bacán, el que tiene la última palabra. A mí no terminan de convencerme sus disfuerzos cuando ordena a través de vales que llevan su firma las cervezas que – de docenas en docenas - los paracaidistas le solicitan fruición. Sin embargo, nadie puede negar que mantiene una filosofía de vida muy clara: el grupo que administra está a su servicio para engordar sus cuentas corrientes. No se anda con rodeos y conecta inmediatamente con el gusto mayoritario de la gente que pide ritmo y carne.

Explosión genera una vigorosa industria con su nombre, tanto dentro del Complejo como fuera de él. Todo lo que toca, como el rey Midas, se convierte en dorado (me comentan que una promoción escolar, en una noche gloriosa, logró recaudar más de 26 mil soles líquidos, gracias a esta muy rentable asociación y pudieron ir de viaje de confraternidad a Santiago de Chile por una semana, con papás incluidos). Los puestos de comida, los motocarros con sus máquinas infernales, los nunca bien ponderados hospedajes con espejos en el techo (entre ellos La Sombra, uno y dos, propiedad de mi promo Alfio Reátegui, ahí nomás a la vueltita; con una atención de primera) son consecuencia de este clímax calenturiento, sudoroso, chelero y súper pilas.

Obviamente, ningún suceso podría ser posible sin la presencia del recurso humano, más de 20 personas encargadas de poner el son y la alegría, repartir entradas gratuitas entre amigos y gente que les cae bien, recibir y publicar pedidos de saludos a través de los micrófonos (uno de los símbolos de status más importantes en esta ciudad). Ahí están, entre otros, “Papo” Torres, ingeniero de sonido y animador inspirado; el chato David Núñez, compositor estrella que de día es profesor de arte graduado en la Escuela de Música; el siempre sonriente director musical Eduardo Aguilar (más conocido como el “Negro Colao”); el peluconcito Omar Santos, experto en menear los mechones de su pelo negro crespo y entonar con gallarda simpatía los acordes de Corazón de piedra y Más que un amigo; Herbert Vela y su car’e loco insuperable y “Twinky” Villavicencio, dealer de la tecnología sonora.

Sin embargo, Explosión no existiría sin las Divas con “D” mayúscula. El binomio de oro. El dúo dinámico. Las chicas dinamita: Ofelia Chávez y Bettina Alván. Ellas decretan las leyes del deseo y son las más queridas y admiradas por estos lares. No es para menos.

Bettina, en su frágil motito de setenta centímetros cúbicos, con su cabellera negra larguísima y sus zapatotes taco aguja, posee una simpatía y voz impresionantes, tanto que los exagerados la han comparado con la malograda cantante tex-mex Selena Quintanilla. No; Bettina es única en su género, aunque cuando canta el mix selenino, uno hasta cree que no está en una fiesta charapa sino en un corrido en la frontera México-USA. Sin duda alguna, la hija del recordado hombre-orquesta “Chocho” Alván derrite con su sonrisa, tanto que este modesto escriba se declara desde este instante su fan más entusiasta y militante.

Ofelia Chávez, más aquietada, es reina y señora indiscutida de la canción. Tiene quince años en el oficio y se ha ganado, con justicia, el cetro que encarna. Sus espectaculares piernotas destacan en ese porte de mujer de voz impactante, que lo mismo puede hacer coros o un solo de El Puli, de pandilladas amazónicas o el Toma que toma; "yo tengo un novio/ que me lleva a la bahía/ que me dice vida mía/ que me dice qué calor...". Ofelia está para cosas mayores, tanto que si algún día –Dios no lo quiera- tiene que partir en busca de mejores o más tranquilos horizontes, el grupo se caería inmediatamente.

Pero, ojo, Explosión no se mueve sin las extraordinarias caderas de las bailarinas, las mujeres más apetecibles de la selva peruana. De esta estirpe es Claudia Portocarrero, denominada por su manager y sus amigos como la hija predilecta de la ciudad. La verdad, no existe algún hombre en este terruño, cual fuere su opción sexual, que no haya deseado, siquiera un segundo, poseer esos cuerpecitos imperfectos - marcados por rollitos delatores pero a la vez ricotones. Estas niñas son mujeres-objeto, lo saben bien, pero tiran pa’lante y no se hacen paltas. Una bailarina en Explosión gana muy poco (igual que los músicos) y viendo las ganancias de los propietarios uno no puede sino increparles su tacañería. Sin embargo, ellas ya comen con su mano. Aunque a veces son acompañadas por su mamá o cuando un patita con plata fugaz y motazo acerada las corteja y se pavonea de su conquista, estas diosas del cumbiambeo – licuadoras humanas de siete velocidades - se encargan de recibir lo que piden y decidir hasta dónde está permitido tocar (leyes del mercado, que le dicen). Igual, sigo creyendo como un marido cuernudo en su inocencia, por ello nombro sin pudor a las mejores: Keyla García (la más antigua, sobreviviente de Kaliente y D’Mamey), Alice Vela (mi favorita), Yesenia Pérez, Karen Brito y Jazmín López. De seguro, uno siempre tendrá una de ellas en su mente y su corazón.

3.06 a.m. Unas amiguitas, muy amables y sonrientes, en lo mejor de su colonia Temptation, de su lonpa a la cadera Tayssir, de su chicle Adams globito explotando frente a mis ojos, me muestran la proverbial cordialidad loretana: que mucho gusto amiguito, que son de San Juan, que viven por el fondo de la urba Juan Pablo II, que dos de ellas trabajan con el doctor Monasí y la otra es la hermana, que tiene una hijita bien bonita, que está soltera, que si hay chamba pase la voz, de lo que sea, amiguito, mientras aprietan fuerte el paquete al momento de bailar un medley de cumbia norteña.

Hay que advertir que el Complejo es territorio de guerra, en el más amplio sentido del término. A veces hay broncas memorables, que culminan en la comisaría o con los involucrados brindando abrazados por la reconciliación. Además, las muchachas que entran aquí, cetrinas, virtuosas de la delantera y la trasera, piernonas, papeadas como les gusta a nuestros cholos trabajadores, pacuchas o morenas, las que antes hacían delirar a los choborras en el Monte, el COA o el legendario y temible Paraíso de las Muñecas, son fuertes y se consiguen su propia diversión. Casi parecen groupies, en el agarre de sonidistas, guachimanes y músicos.

La gente sigue a Ofelia, escuchan que es mentiroso ese hombre, es mentiroso, el amor no es solo sexo, al amor no es solo gozo. En lo mejor del tono, como una visión, veo a cientos personas moviéndose compactamente, en cámara lenta, entre chorros de cerveza que emergen como un geiser por todas partes. En ese instante, entiendes que el baile significa algo más que cadencia, ritmo y melodía, es más que un simple movimiento grácil. Cuando te atrapa la música, cuando quedas a merced del talento de los músicos y las bellas voces de las cantantes, cuando se incrusta en tu adrenalina la improvisación de los showmen y penetra en tus ojos el último rincón de las diminutas prendas de las bailarinas, no hay pero que valga. Simplemente disfrutas. La diversión no admite despotismos ni dictaduras, no tolera exclusiones ni racismos. Se observa una profunda democracia nacida del baile, la risa y – cuando se puede – la metida de mano buena onda. La vida tiene sentido porque, irónicamente, suena una canción tan desprovista de sentido – al menos literal – como “el amor es así, como viene se va, a veces te hace feliz, a veces te hace llorar”.

Bailo unas cuantas canciones, incluyendo un set de canciones regionales que incluyen Juanita la supitera, Doña Naty Malafaya y Amor Shegue. Pronto, en medio del frenesí, es el momento en que uno debe aprovechar para atinar con la pareja de turno. Una mano peligrosa que sube a través del muslo posterior y se coloca donde, desde el inicio de la historia, se ha convenido en considerar el destino final del baile como vehículo para el amor, la belleza, la pasión.



5.15 a.m. Empieza a amanecer. Entre gente de todos los aspectos y todas las cantidades de alcohol en el torrente sanguíneo posibles, escucho los acordes del Sentimiento Andino, melodía sinfónica que cierra el show de hoy. Los rumores de la ciudad anuncian que ya es otro día, otra historia, otro trayecto marcado. Embriagado de luces, sudor y alegría, traspaso el portón metálico y rayado de esta mole maciza cargada de emoción y aullidos.

Afuera, sobreviven los desaforados que quieren seguir chupando chela del pico de la botella. El sol se vislumbra detrás de un árbol de mamey. Camino, mirando hacia adelante. Un motocarro pasa por mi lado con un par de chiquillas que gritan con absoluta despreocupación por los chicos que han podido rozar en pleno baile. A ellas también las volveré a ver en unas cuantas horas cuando vuelvan a sentirse en todo su esplendor los parlantes rítmicos del gozo incesante, de la parranda perpetua, del baile interminable.

viernes, 25 de abril de 2008

PRESENTACION EN BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERU

Esta es la nota (y alguna foto) de la presentación de IQT (Remixes) en la Biblioteca Nacional, el martes 12 de febrero, dentro de las sesiones Cholos Charapas, que engloban el coloquio Lo Cholo en el Perú, que persistentemente promueve César Ramos. La autora es Sofía Herrera, y salió en el número respectivo de Kanatari de Iquitos:







La noche del pasado martes 12 de febrero, se presentó en la ciudad de Lima en el Auditorio Juan Mejía Baca de la Biblioteca Nacional del Perú, el libro del joven escritor loretano Francisco Bardales “Iqt (remixes)” como parte de una serie de eventos realizados dentro del coloquio titulado Cholos Charapas.

La obra que fuera presentada el año pasado tanto en Lima como en Iquitos y que tuvo gran aceptación por parte del público asistente, fue comentada en esta oportunidad por el periodista, crítico y columnista habitual del diario el Comercio Fernando Vivas y por la poetisa y narradora Rocío Silva Santisteban.

En su presentación Fernando Vivas recalcó que si bien la obra de Bardales tiene pinceladas posmodernas, ésta se centra más en mostrar la búsqueda de la unidad, la tradición y la polaridad de una ciudad cosmopolita como es Iquitos, donde se puede encontrar discotecas de ambiente, diversidad de ruidos y estilos de vida que están lejos del imaginario del peruano en general y del limeño en particular. Señaló además que el autor rompe los estereotipos impuestos por los medios de comunicación sobre la visión errada de la selva, al mostrarnos una ciudad efervescente, viva y llena de sentimientos encontrados.

Por su parte, Rocío Silva afirmó que ha pesar de no conocer la selva ha podido a través de la lectura de las crónicas de Iqt vivir a plenitud en todo su ser, la explosión de colores, olores, sonidos y sabores que emanan de esta magnética ciudad, por lo que felicitó al autor por el manejo de muchos registros presentes en su obra lo que la hace única en su género, ya que Iquitos es descrita de una manera muy intensa y detallada.

Finalmente al término de la presentación del libro, Francisco Bardales en diálogo abierto con el público explicó detalladamente el origen y desarrollo de cada una de las once crónicas que forman parte de su interesante obra.

PRESENTACION IQUITOS

Tomado de diario Pro & Contra de Iquitos:

Ante un auditorio que rebasó totalmente las instalaciones de La Parranda, el jueves 27 de diciembre, a las 08.30 p.m. se presentó en nuestra ciudad (Iquitos) el libro IQT (Remixes), escrito por el periodista y narrador Paco Bardales y editado por Tierra Nueva, que tuvo múltiples sorpresas, tanto por el contenido como por el sentido de una fiesta cultural que allí se desarrolló.

En los comentarios, la estrella principal de la noche fue el afamado periodista Beto Ortiz, quien se encargó de hacer una serie de apreciaciones sobre el libro de Bardales, calificándolo de nueva literatura amazónica, escrito con sofisticación y cuidado obsesivo por la palabra, además que transportan a realidades muy nuestras, y catalogó al autor como una suerte de “Bret Easton Ellis que escribe en charapa y en lenguaje global”.

Otro de los comentaristas fue el columnista loretano Dino Soria, quien señaló: “Leer IQT será recordar y eso es vivir. Es volver a estar en aquellos sitios y momentos que se fueron para nunca más volver, pero que al traerlos de vuelta de la memoria es placentero y gratificante. Nadie quien se precie de pertenecer a este pueblo, conocido en otras latitudes por su alegria y hospitalidad, podrá decir que no se ve reflejado entre las líneas del libro de Paco (Bardales)”

Posteriormente, el autor del libro se encargó de hace un resumen sobre lo que ha significado este trabajo, que se ha consagrado como la publicación loretana más vendida y difundida en mucho tiempo. Bardales, con un tono confesional, explicó los motivos que lo llevaron a escribir IQT (Remixes) y a declarar con decisión: “este libro es como somos actualmente, como nos encontramos y reencontramos y como importaría que nos tuvieran en cuenta en cualquier otra parte de este planeta”. Posteriormente leyó pasajes del libro que fueron muy aplaudidos por el auditorio.

A su turno, el presidente de Tierra Nueva, Jaime Vásquez señaló la importancia de este libro, que ha sido uno de los más difundidos también en la Feria del Libro de Miraflores, recientemente. Y señaló la importancia de cerrar el año 2007, de gran movimiento y dinamismo para la editora, con la presencia de Beto Ortiz. Inmediatamente fue presentado un minidocumental inspirado en el libro, con dos de las historias, dirigido y producido por Dorian Fernández y Audiovisual Films. Cerró la fiesta el grupo Tran-C, ante la alegría de los concurrentes.







Fotos: Juan Arellano

PRESENTACION FERIA DEL LIBRO MIRAFLORES

Nota difundida en diario Pro & Contra de Iquitos

Con un lleno total en el Anfiteatro Chabuca Granda del Parque Kennedy, el lunes 10 de diciembre se llevó a cabo la presentación de IQT (Remixes), el libro de crónicas del escritor y periodista Paco Bardales, en la Feria del Libro Ricardo Palma de Miraflores, en lo que se ha considerado como uno de los más importantes acontecimientos que han marcado el evento (que culmina el día de hoy) y que cerró con broche de oro las actividades que organizó Tierra Nueva Editores en esta oportunidad.

La presentación estuvo matizada por los comentarios de dos importantes figuras del periodismo narrativo del país. Por un lado, el editor de la prestigiosa revista Etiqueta Negra, Marco Avilés, ponderó las virtudes de un libro que consideró importante y a su autor, como “un talentoso representante de una narrativa que hasta el momento desconocíamos muchos de los capitalinos”. Por su parte, el conductor televisivo y periodista Beto Ortiz se encargó de hacer un balance personal de los encantos y las vicisitudes de una ciudad como Iquitos, y su correlación con la prosa de Bardales, que señaló conocer y valorar.

A su turno, Bardales expresó que lo más importante del libro es que busca expresar en su totalidad la realidad tan difícil como fascinante de una ciudad diferente pero encantadora, caótica, pero multicolor, abigarrada pero acogedora. Leyó algunos párrafos de IQT (Remixes) y se encargó de agradecer tanto a Tierra Nueva Editores como a quienes contribuyeron decididamente a la elaboración del libro, el artista plástico Christian Bendayán y el cineasta Dorian Fernández.

Finalmente, se proyectó un mini documental con la representación gráfica de dos de las once historias que conforman el libro, dirigida y realizada por Dorian Fernández y la producción de Audiovisual Films. Este fue muy aplaudido y concentró la mirada de todos y todas quienes participaron en esta oportunidad.

Cabe acotar que, además de la gran cobertura en medios capitalinos, blogs y páginas electrónicas, la presentación de IQT Remixes ha sido considerada como uno de los eventos más importantes de esta Feria del Libro, según el balance general. Según RPP Noticias: “En cuanto a las presentaciones de libro, las más concurridas fueron las de Jorge Lanata, Mónica Carrillo y Francisco Bardales. El primero, escritor y periodista argentino de larga trayectoria y notable prestigio internacional, colmó las instalaciones del Anfiteatro Chabuca Granda. La segunda, poeta peruana, presentó Unicroma, novedoso poemario que también se puede oír a través del CD del mismo nombre. Y la tercera la presentación del libro IQT de Francisco Bardales que agotó todos sus libros al término de esta.”










sábado, 12 de abril de 2008

LOS REMIXES

Los malos nunca mueren (página 13) Aunque su ubicación cronológica es incierta, se nutre de algunas bases ciertas, como los artículos “Boulevard”,“Reencuentro”, “Fashion” y “La noche y la ciudad”, publicados entre el 2002 y el 2004, primero en el semanario Kanatari y luego, con algunos cambios, en el diario Pro & Contra. Las referencias a la ciudad son reales y algunas anécdotas, maquilladas, efectivamente sucedieron. Los Popeyes, con otro nombre, siguen haciendo de las suyas. Cara de Pato aún recuerda la golpiza que le dio el Papirriqui. El Noa tiene más de diez años haciendo bailar a los iquitenses, a pesar de un Plan Zanahoria
francamente olvidable.

Tu Reyno en mi combi, Divino Baby (página 25) Esta anécdota nace de la visita que hice al santuario del Divino Niño en Pamplona Alta, el 2005, acompañado de mi madre y mi amiga Sofía Herrera, en un momento particularmente jodido de mi vida. Inicialmente fue publicado en Pro & Contra, y luego, con una versión corregida y aumentada, en la revista limeña Sabroso, en dicho año. Con leves añadidos (sobre todo las oraciones, que ahora me las sé de memoria), además de algo de tijera, no ha variado en esencia su contenido primigenio.

Hijas de Belén (página 33) Originalmente, fue publicado en dos partes, en Pro & Contra, el 2005. Posteriormente, algún fragmento fue extraído para una recopilación titulada “Tres historias de cine”, publicado en la revista cultural Katenere, el 2007, año que coincidió con la reedición de la crónica completa en la página web limeña cinencuentro.com. Con añadidos, entre ellos la introducción y el epílogo, no hay duda que mucha de la inspiración para hacer
el sampleo se los debo a Francisco Izquierdo Ríos y César Calvo.

Chullachaqui en la ciudad (página 43) Salvo el capítulo inicial, que fue escrito luego de la muerte de mi abuela materna (días antes de cerrar esta historia), gran parte de lo aquí narrado se nutre, con obvios añadidos, de los artículos “Chullachaqui” y “Chullachaqui en la ciudad” (dos partes), publicados en octubre de 2006 y enero de 2007, respectivamente, en Pro & Contra. Posteriormente, una versión corregida fue publicada en cinencuentro.com. Entre los sampleos, hay algunos guiños a la crónica “Antonio Wong: el hombre que abrazó el sol de Loreto”, publicado simultáneamente en cinencuentro.com y Katenere. La Niña del Azúcar sigue viviendo en la Pinglo Hill. Astro, el perro supersónico, aún no ha vuelto a casa.

San Pablo/Revolución (página 55) Fue escrito originalmente entre noviembre y diciembre del 2004 y publicado en tres largas partes, bajo el título global de “Fúser en la Selva” en enero del 2005 en Pro & Contra, luego de ver Diarios de Motocicleta. Fue la crónica más difícil que me tocó escribir, por la dimensión del personaje protagonista y por la búsqueda de fuentes para trabajar. Ahora, creo que San Pablo ha adquirido el estrellato que se merece, con justicia, en esta historia. Todos los que rodearon a Ernesto “Che Guevara” en dicho periplo son los verdaderos protagonistas. Por eso el nuevo título.

El baile interminable (página 73) Debe su esqueleto inicial a “Explosión”, publicado en setiembre del 2004 en Pro & Contra. Nunca como antes me había divertido tanto en escribir sobre algún lugar. Además, es el escrito personal más leído en prensa escrita del que tengo recuerdo. Algunos datos como el Flashback son nuevos, aunque también debemos recordar extractos que pertenecen a la crónica “Agricobank”, también publicada en Pro & Contra el 2004.

Restinga Kids (página 81) Aunque no estaba incluida en las primeras correcciones del libro, hubiera sido un crimen dejarla de lado. Ambientada en el año 2005, es una de las historias que más me gustan, escrita con la base simultánea de tres issues: un artículo titulado “La Restinga” (Pro & Contra, 2004), una entrevista con Puchín González-Polar (Kanatari, 2004) y una crónica sobre el taller de video de La Restinga y su participación en un homenaje a la visita del poeta Ernesto Cardenal a Iquitos (Pro & Contra, 2005). Debo agregar que el nuevo colectivo audiovisual de La Restinga se llama “Kinoiquitos” y me siento muy orgulloso de haber
contribuido con su nacimiento y consolidación.

El pintor que quería vivir (todavía) (página 89) La entrevista que refiere esta historia es inédita y fue bastante amplia. Está ambientada en el día final de las celebraciones de la Semana Turística de Iquitos, el 24 de setiembre de 2006, antes de que Christian Bendayán cumpliera los 33 años que dan nombre a su más reciente y celebrada exposición individual. Entrelineas, hay guiños a artículos que he escrito sobre su obra, entre ellos “Mundo Kitsch” (Kanatari, 2001), “Bendayán” (Pro & Contra, 2004) y “Bendayán: 33 es una edad para seguir viviendo (todavía)” (Katenere, 2007), además de conversaciones madrugadoras en San Isidro, Miraflores (frente al mar), el Arandú, el Nikoro, La Restinga y el Kike Bar, entre otros.

ADN technicolor (página 103) Esta historia nace de “Adonis”, publicado originalmente en Pro & Contra el 2004, cuando aún nadie se atrevía a escribir abiertamente sobre una discoteca de ambiente en la prensa escrita local. Aún tengo grabada en mi mente la cita de Percy Shelley, que iniciaba aquella crónica: En lo más íntimo del cielo, el alma de Adonai, como una estrella, fulgura en su mansión de eternidad. Una versión mejorada se publicó en la revista de literatura Umbral el 2006. Para quienes se emocionen más de la cuenta, Andrógino, lamentablemente, no existe, aunque convive en tres o cuatros personajes fácilmente identificables. De todos modos, Karlos Vela sigue siendo el showman oficial de la disco (lo cual no es poco decir).

Gentita (página 111) Esta es probablemente una de las crónicas más polémicas que he escrito, porque ha generado un quiebre total en las opiniones: o la amaste o la detestaste (y terminaste detestándome, aunque sea un poquito). Fue publicado originalmente en tres partes, en noviembre del 2004, en Pro & Contra. Probablemente este es uno de los escritos en los que más me he transformado, al punto de mimetizarme completamente con mi objeto de observación. De todos modos, para atizar más aún la leña al fuego, los flashbacks de la memoria del narrador provienen de un artículo titulado “La Colonia” (Pro & Contra, junio 2004) que hablaba sobre los loretanos residentes en Lima, hecha en clave de humor, que despertó la ira de algunos, entre ellos un amigo muy apreciado. En fin, si algo tengo que decir en mi descargo, es que en esta historia - como Bill/David Carradine - solo soy yo en mi estado más masoquista.

Perdido (pagina 127) Se supone que esto nunca debió haber pasado, esto no estaba destinado a ser escrito. Fue una fuerza centrípeta más intensa que mi propia voluntad, conformada por historias ficticias que había escrito a lo largo de mi trayectoria, de retazos de papeles escritos, de mi diario personal (nunca más usado), de fragmentos de sentidas canciones que me recordaban 1993, el Último Año del Resto de Nuestras Vidas, la que terminó por convencerme. Perdido ha sido sazonado con retazos de crónicas como “Breve historia de los ángeles” (Pro & Contra, 2004) y “Los Goonies” (Pro & Contra, 2005; reeditada por cinencuentro.com el 2007), además de “Teletroca” (Pro & Contra, 2004) “Patria o Muerte ¿marcharemos?” (Kanatari, 1999), “Réquiem por cuatro amigos” (El Matutino, 1994) y “Réquiem por cuatro amigos (un calendario después)” (El Matutino, 1995).

AGRADECIMIENTOS

POR USTEDES EXISTO

Digamos que por ustedes existe este libro. Sin embargo, las gracias a quienes hicieron que fuera posible también deben expresarse porque, de modo tangible, me ayudaron a seguir viviendo un
poco más (todavía):

A Igor Panduro, sin ninguna duda, el culpable mayor de que esto exista. A Janet, Paco, Jani y Fabio (por encauzarme, por tolerarme, por no oponerse a las fuerzas de la naturaleza). A Silvia Arbildo y los hermanos Cristina, Daniel e Isac Rivadeneyra, por su apoyo incondicional, siempre. A Vicky Vidal y Pedro Huayhua, porque nunca es tarde para conocer gente invalorable. A Christian Herrera, con quien empezamos a seleccionar los primeros textos y el primer sendero. Obvio, a Jaime Vásquez y Tierra Nueva (en especial al “Potrillo” Carrillo, a Percy Vílchez, a Ángel Vásquez, Mónica Morales, Vania Ochoa y a los que estuvieron antes y después). A Christian Bendayán y a Lala Rebaza, porque ésta también es su obra. A Dorian Fernández y los amigos de Audiovisual (Chichí Fernández, Kenny Reátegui, Jeff Calmet). En la otra orilla, pero con el mismo origen, a Gino Guevara, Darwin Arévalo y Lupe Muñoz. A quienes hicieron posible una versión menos indecente: Leonardo Lay, Sofía Herrera, Gino Ceccarelli, Luisa Ríos. A Doris Moromisato, Jorge Coaguila y Juan Carlos Bondy por su apoyo en la promoción y su ilustrada amistad. A quienes, con sus ideas y su locura y su alegría y sus consejos ayudaron a seguir adelante: Julio López, Daniel Reátegui, Ernesto Luyo, Eduardo Santamaría, Walter Álvarez, Martha Cebrián, Ana Álvarez, Ericka Angulo, Ericka Valencia, Raúl Zúñiga. A quienes me dieron la primera oportunidad para que fuera lo que ahora soy: Maurilio Bernardo, Joaquín García, Julia Ramírez, Alejandra Schindler, Venancio Perea, Susy Perea.


En fin, a tantos (a todos). Sin duda, a todos.

NOTA DEL AUTOR

Las once historias que nutren este libro constituyen una secuencia interminable de tentativas acometidas sobre papel, que se remontan hasta 1994. Cada una posee retazos de artículos, crónicas, entrevistas, reportajes, notas que he escrito en diversos medios (sobre todo iquiteños), las cuales se disponen caóticamente, tijereteadas, parchadas y recicladas con ánimo posmoderno, pero generadas a partir de la base rítmica del pasado. Por decirlo de algún modo, estamos ante un compendio de Greatest Hits para la posteridad. Nil nuvi sub sole.

Sin embargo, todos estos cañonazos súper (i)legibles han sido sometidos a rigurosa revisión y masterizado electrónico. Estamos frente al ensayo de una gran sesión discotequera (con intermedios chill out). Los sintetizadores y consolas de edición han hecho su trabajo: los remixes, por ratos (pero solo por ratos) suenan acompasados y coherentes. No soy DJ, pero algo de habitúe de raves avala mi ignorante atrevimiento, un esfuerzo por mostrar desde la periferia, fundado en las sombras, consagrado a partir de una sigla de corte aerocomercial, las cumbres y abismos de un colectivo tan reconocible y asimilable por quienes han transitado por estas anécdotas o han sentido en toda su dimensión la esencia multicolor de esta ciudad.

Como diría Vernon Wilson: let the music play…

DEDICATORIA

Todas las calles
llenas de gente están
y por el aire
suena una música
Chicos y chicas van
cantando
llenos de felicidad
mas la ciudad sin ti
está solitaria
(Luis Aguilé)




A la memoria de Igor Panduro Urrelo.

viernes, 11 de abril de 2008

IQT (REMIXES)



IQT (Remixes)
Autor: Francisco Bardales
Editorial: Tierra Nueva, Iquitos
Edición: Diciembre 2007.
Páginas: 156 pp.
Diseño de carátula y diagramación: Christian Bendayán.
Corrección de texto: Leonardo Lay
Impresión: Forma e Imagen (Lima)

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